Estas piscinas podrían ser el pináculo de relajación y la fuente de la juventud.
Escondidas en las colinas verdes de Coamo en el suroeste de la Isla, los baños termales de Coamo ofrecen a los visitantes una escapada relajante del ruido de la vida en el área metropolitana. Para lugareños y turistas, llegar a estos famosos baños termales es como ir a un spa en el campo. Para ciertos clientes habituales – algunos de los cuales han venido a las aguas termales durante años, las aguas minerales ayudan a aliviar diferentes afecciones, como diabetes, gota, problemas de circulación, problemas respiratorios y dolor en las articulaciones.
Hay cierta magia en esas aguas, que, según la leyenda local, son la codiciada fuente de la juventud de Juan Ponce de León. En el 2010 se renovaron y modernizaron las instalaciones para incluir dos piscinas, un spa, una tienda de regalos y un café.
Cuando llegas
Las instalaciones promueven la tranquilidad y el ocio, con hermosos jardines que rodean las piscinas y mensajes positivos pintados en piedras esparcidas entre las coloridas plantas. Los escalones y las rampas llevan al edificio principal, donde los visitantes se registran en la tienda. Allí se exhiben productos locales como jabones, lociones y joyas, junto con prácticos recuerdos de Puerto Rico como toallas, chancletas y bolsos para aquellos que llegaron sin preparación. La cafetería ofrece batidos, bocadillos ligeros y mucho café puertorriqueño.
Luego de pagar los $3.35 que cuesta la entrada (los residentes de Coamo tienen descuentos y los niños y personas mayores pagan solo $1) puedes soltar tus cosas en los casilleros de los vestidores. De ahí, el primer paso es ducharse en una de las duchas al aire libre (la única agua fría que sentirás durante tu experiencia en las piscinas).
Piscinas termales
Comienza con la piscina "cálida" primero para aclimatarte a la temperatura del agua. Esta piscina es similar a cualquier jacuzzi, excepto que es una piscina rectangular poco profunda con una lona encima para dar sombra y un banco de cemento para que los visitantes se sienten. El agua brota de dos caños montados en las paredes. Esta agua proviene de los manantiales del cercano río Jueyes, calentada por los restos de un volcán inactivo y turbia por el contenido mineral.
Esta primera piscina es relajante, pero la segunda piscina, la piscina "caliente", es donde se sienten los efectos de las aguas termales. El agua de esta está bastante caliente, aunque no hirviendo. La mitad de la piscina está cubierta por grandes sombrillas, mientras que el resto está expuesto al sol. Algunas personas se sumergen directamente en el agua, mientras que otras se relajan sentándose en el borde de la piscina antes de entrar.
La combinación del calor y el perfil sulfúrico más intenso de esta piscina te somete y calma de inmediato. Hay menos conversación en esta piscina que en la cálida. Después de unos minutos, sientes un hormigueo en las extremidades y, en algunos casos, el pulso se acelera. La sensación es a la vez calmante y refrescante.
Ambas piscinas tienen letreros que advierten que solo debes permanecer de 10 a 15 minutos en el agua. Hay sillas y mesas debajo de grandes sombrillas alrededor de las piscinas para que las personas tomen un descanso, se relajen, tomen un poco de sol y se refresquen del calor del agua.
Servicios de masaje
Junto con las piscinas, está el Fuga Spa que ofrece masajes a precios muy accesibles, desde $1 por minuto. Por ejemplo, un masaje con piedras calientes o "terapia de bambú", un masaje terapéutico en el que se aplican palos de bambú en diferentes partes del cuerpo cuesta solo $30. Por otro lado, un "Masaje a 4 manos", administrado por dos masajistas simultáneamente, cuesta $60.
Restaurantes cerca
Después de las aguas termales, puedes ir a uno de los excelentes restaurantes en el camino que conducen al pueblo de Coamo, incluidos La Ceiba o La Guitarra, para disfrutar de un fantástico mofongo y frituras puertorriqueños. Y si llegas al centro del pueblo, busca la calle al lado de la plaza adornada con las banderas de los 78 municipios de Puerto Rico, una instalación de arte llamada "78 banderas, un Pueblo".